Goliardos

                  VII

                  1

Mientras floreció la juventud,
cupo y plugo
hacer mi antojo,
a voluntad
campar, por cumplir
el placer de la carne.

                  2

Obrar así ahora,
vivir tan libremente,
llevar pareja vida,
lo veda la edad viril:
ella suspende y revoca
la ley de las costumbres.

                  3

La edad moza amonestaba,
enseñaba, aconsejaba
—e incluso asentía a ello—;
“Nada está prohibido”.
Todo lo permitía
y lo perdonaba.

                  4

Ahora quiero arrepentirme,
abandonar y enmendar
cuanto temerariamente cometí;
desde ahora me aplicaré
a las cosas serias, los vicios
cambiaré por la virtud.

                  XII

                  1

El verano marcha
ya al exilio,
el bosque se vacía
del alegre canto de las aves,
el verdor de la hojarasca palidece,
el campo pierde sus flores.
Ahora se seca
lo que antes floreció,
porque el feliz estado del bosque
la siniestra fuerza
del frío lo ha arrebatado,
y ella también llenó
el cielo de silencio,
enviando al destierro
a las aves.

                  2

Pero al amor,
fuente
de calor, no tiene fuerza
el frío
para atenuarlo,
pues el amor se afana
por restaurar cuanto las brumas han dejado yerto.
Amargamente
me torturo
y muero
de la misma herida que es mi gloria.
¡Ay, si quisiera sanarme
con un solo beso
ésa que se complace en herirme
el corazón con tan feliz dardo!

                  3

Lasciva, de atractiva sonrisa,
lleva tras si todas las miradas;
los labios
amorosos,
gordezuelos,
pero bien delineados, causan un extravío
suavísimo
y destilan
una dulzura, como la miel más fina, cuando besan,
como para hacerme olvidar, más de una vez, que soy mortal.
Y la frente alegre, tan nívea,
la dorada luz de sus ojos,
el cabello rojizo,
las manos que superan a los lirios
me sumen en suspiros.
Mas sonrío
al ver
tanta y tal elegancia,
tanta soberanía,
tanta suavidad,
tanta dulzura.

(Carmina Burana. Cantos de goliardo y poemas de amor. Ed. Francisco Rico. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2018)

En la taberna

Cuando en la taberna estamos
no nos importa que arcilla seamos,
al placer nos dedicamos
pues sólo por él sudamos.
Qué se hace en la taberna
donde el dinero es bodega,
es algo que saber debemos;
lo revelaré, por ello. Escuchen:

unos juegan, otros beben,
otros se gozan sin recato;
y entre los que jugando están,
algunos de ellos desnudos quedan,
otros ahí mismo por fin se visten,
y con sucios costales otros más se cubren.
Pero ahí nadie a la muerte teme,
y sólo por Baco arriesgan su suerte.

Primero por lo que valga el vino.
Y por esto brindan los libertinos:
una vez por los cautivos,
después de tres veces por los vivos,
luego cuatro por todos los que sean cristianos,
cinco por los fieles difuntos,
seis por las monjas casquivanas,
siete por los caballeros de campo,
ocho por los monjes depravados,
nueve por los frailes errantes,
diez por los navegantes,
once por los insidiosos,
doce por los penitentes,
trece por los que van en camino,
y tanto por el papa como por el rey
beben todos sin ninguna ley.

Bebe el ama, bebe el amo,
bebe el ejército y el clero,
bebe aquél, bebe aquélla,
bebe el siervo con la sierva,
bebe el listo, bebe el tonto,
bebe el blanco, bebe el negro,
bebe el tenaz y el inconstante,
bebe el rudo, bebe el sabio,
bebe el que está pobre y enfermo,
bebe el desconocido exiliado,
bebe el joven, bebe el viejo,
bebe el obispo y el decano,
bebe la monja, bebe el monje,
bebe la abuela, bebe la madre,
bebe ésta, bebe aquél,
bebe cientos, beben mil.

Poco durarán las cientos seis monedas
ahí donde beben
sin medida y sin recato,
con el alma alegre.
Por ello nos denigran todas las gentes,
por ello siempre estaremos indigentes.
¡Pero que sean confundidos quienes nos denigran
y que entre los justos nunca sean contados!

Oh Suerte

                  1

Oh Suerte,
cual la luna
con su ser variable,
siempre creces
o decreces;
haces que la vida detestable
endurezca ahora,
y después cuide,
jugando, la viveza de la mente,
y a la pobreza
y al poder
como al hielo disuelves.

                  2

Suerte cruel
y vacía,
rueda inconstante,
perversa condición,
falsa salvación
siempre disoluble,
ensombrecida
y velada,
también para mí te muestras
ahora que por tu juego cruel
mi torso desnudo
llevo.

                  3

La Suerte de la salvación
y la virtud
me es ahora contraria;
siempre por la esclavitud misma
viene la posesión
y la conciencia:
en esta hora,
sin tardanza,
tañan las vibrantes cuerdas:
ya que por la Suerte
un fuerte ha caído,
¡todos conmigo lloren!

(La poesía de los goliardos Carmina Burana. Pról., selec. y notas Carlos Montemayor. México: SEP, 1987)