Johann Wolfgang Goethe

Señal

Y tienen razón los que yo censuro:
pues, que una palabra no es un término puro,
esto por sí mismo que entenderse tendría.
¡La palabra es un abanico! Entre las varillas
están mirando un par de bellos ojos.
El abanico es un suave velo sólo,
que bien que me oculta la cara
sin embargo no oculta a la muchacha,
porque lo más bello que posee ella,
sus ojos, hacia mis ojos destella.
                                             1814

Libro de lectura

El más fantástico libro de libros
es el libro del amor;
atento lo he leído:
pocas hojas alegrías,
cuadernos enteros penas,
un inciso es la separación.
Volverse a ver un pequeño capítulo
fragmentario. Tomos de pesares
prolongados con aclaraciones,
infinitas, sin medida.
¡Oh, Nisami! pero al final
has encontrado el buen camino;
¿Quién soluciona lo insolucionable?
Amantes al volver a encontrarse.
                                             1816

El Rey de los Elfos

¿Quién cabalga por la noche y el viento?
Es el padre con su niño junto al pecho;
Él lleva al chico, lo lleva en sus brazos,
Lo lleva seguro, lo mantiene abrigado.

¿Hijo mío por qué escondes tu cara con miedo?
¿Acaso no ves, padre, al rey de los elfos?
¿Al rey de los elfos con cola y corona?
Hijo mío es sólo una niebla que asoma.

«Ah, niño querido, ven, vente conmigo;
Muy bonitos juegos juego yo contigo,
Flores de colores hay en la playa al lado.
Mi madre tiene algunos vestidos dorados.»

¿Padre mío, padre mío, acaso no has oído
lo que rey de los elfos me promete bajito?
Estate quieto, niño, quédate quieto;
en las hojas secas susurra el viento

«¿Quieres venir conmigo, lindo muchacho?
Mis hijas deben ya estarte esperando.
Mis hijas abren las nocturnas danzas
y te mecen y te bailan y te cantan.»

¿Padre mío, padre mío, no ves a las hijas
del rey de los elfos en la vera sombría?
Hijo mío, hijo mío, veo lo que me dices;
los viejos sauces parecen tan grises.

«¡Te quiero, me atrae tu figura bella
y si no eres dócil usaré violencia!»
¡Padre mío, padre mío, me llega a agarrar!
¡El rey de los elfos me ha causado un mal!

El padre se aterra, cabalga corriendo,
sostiene en los brazos al niño gimiendo,
Con pena y esfuerzo alcanza el cortijo;
En sus brazos ya está muerto el niño.
                                             1782

Quinta elegía romana

Contento me encuentro ahora en clásico suelo entusiasmado,
más alto y animado me habla el mundo de antes y el
presente.
Sigo el consejo, hojeo las obras de los clásicos
con mano diligente a diario con nuevo goce.
Pero todas las noches Amor me mantiene de otro modo
ocupado,
si sólo a medias me enseñan, quedo sin embargo
doblemente alegre.
¿Y acaso no aprendo, cuando del pecho suave las formas
observo, la mano desciende por las caderas?
Entonces comprendo yo el mármol, pienso y comparo,
veo con ojo sensible, siento con mano visible.
Me roba la amada entonces sin duda algunas horas del día,
horas de la noche me da en recompensa.
Si no se besa constante, razonablemente se conversa,
si le viene el sueño, tendido mucho imagino.
Ya muchas veces en sus brazos poemas he escrito
y el ritmo del hexámetro, bajito, con mano tecleante
sobre su espalda he contado, en dulce sueño respira
y su aliento me enciende hasta lo hondo del pecho.
Amor atiza la lámpara y piensa en los tiempos
en que él ha hecho el mismo servicio a sus triunviros.
                                             1788

(J. W. Goethe. La vida es buena (cien poemas). Trad. José Luis Reina. Selec. Siegfried Unseld. Madrid: Visor, 1999)