Guillaume Apollinaire

El viento nocturno

Las copas de los pinos crujen al entrechocarse
y también oímos el lamento del austro
y en el vecino río con voces triunfales
ríen los elfos o tocan sus trompas de ráfagas
Atis Atis Atis encantador y desaliñado
de tu nombre los elfos se burlan en la noche
porque uno de tus pinos cae bajo el viento gótico
huye el bosque a lo lejos como una hueste antigua
cuyas lanzas oh pinos se agitan al cercar
ahora las aldeas a oscuras meditan en silencio
igual que los poetas los viejos y las vírgenes
y no serán turbadas por los pasos de ningún caminante
ni cuando sobre sus palomas se lanzan los gipaetos.

Annie

En la costa de Texas
entre Mobile y Galveston hay
un gran jardín lleno de rosas
que a su vez contiene una villa
que es una gran rosa

una mujer se pasea a menudo
solitaria por el jardín
y cuando yo paso por el camino de los tilos
nos miramos

como esa mujer es menonita
sus rosales y sus vestidos no tienen botones
a mi chaqueta faltan dos
la dama y yo seguimos casi el mismo rito

El puente Mirabeau

Bajo el puente de Mirabeau fluye el Sena
            y nuestros amores
      es preciso recordarlo
la alegría llegaba siempre tras la pena

      llega la noche suena la hora
      los días pasan yo me quedo

cogidos de las manos estamos cara a cara
      mientras que bajo el puente
      de nuestros brazos pasa
la mansa onda de las eternas miradas

      llega la noche suena la hora
      los días pasan yo me quedo

el amor se va como esta agua corriente
               el amor se va
            qué lenta es la vida
      y qué violenta es la Esperanza

      llega la noche suena la hora
      los días pasan yo me quedo

pasan los días pasan las semanas
            ni el pasado
      ni los amores vuelven

bajo el puente de Mirabeau fluye el Sena
           llega la noche suena la hora
           los días pasan yo me quedo.

La puerta

La puerta del hotel sonríe horriblemente
madre qué puede importarme
ser ese empleado para quien nada existe
parejas abrazadas en hondas aguas tristes
ángeles frescos desembarcados en Marsella ayer por la mañana
una y otra vez oigo morir un canto muy lejano
humilde como yo que no valgo nada

hijo mío te di lo que tenía trabajado

(G. Apollinaire. Obra completa en poesía. T. I. Ed. bilingüe. Trad. González Boto. Barcelona: Ediciones 29, 1980)