El tapiz persa
Pasan tus ojos inquietos
por el tapiz oriental…
Signos de cábala, enigmas,
policromías, quizás
por el bosque de sus líneas
caminando, pensarás
que estas rayas que se cruzan,
y que vuelven y se van,
y se rizan locamente,
las trazó tu pie al andar.
Tu pie, pobre pie de ciego,
que no sabe a dónde va,
ni por qué es dura la tierra,
ni por qué tiene que andar…
Pie de ciego, que ha pintado
de carmín la blanca paz
del sendero, y consentido
su esperanza derramar,
como un hilo verde, encima
del tapiz de la verdad.
XVI
La nube del recuerdo, ligera y fugitiva
me devolvió a la selva; la de mis agonías.
Deber y afán luchaban su lucha sempiterna.
Yo los miré con ojos muertos, de indiferencia.
Aquellos fuertes brazos clamorosos, enhiestos,
de la selva, miraban derrotados al suelo.
La ternura del verde mocil y floreciente,
se tiñó de amarillo como los penitentes.
De fijo está el horario sobre la hora negra
—me dije—. Y una voz congelada y abyecta,
vaticinó: «La ira de Dios será contigo.
Acabarás en llamas; en el cielo está escrito.
Un amor muerto clama sin paz ni sepultura.
Tu rigidez ha muerto al amor en su cuna».
Cantar siempre
La labor pide canto. Canto pide el trabajo.
Se mitiga cantando la fatiga;
y cantando se engríen y estimulan
los destinados a forjar el mundo.
Somos sus forjadores. Nuestro mundo
no es solamente la manzana Tierra.
Nuestro mundo es la faz que le imprimimos.
La faz terrestre cambia bajo el ritmo,
y la palabra de nuestras canciones.
Hay que cantar en la secante brega;
un canto de minero,
un canto de trillero,
un canto de marino,
un canto de soldado,
un cántico de vuelo en noche altiva.
Y no importa que el canto sea de llanto.
Hay quien llora de alegre suspensión.
Los miedos de la vida sobrepasé cantando.
Cantando me apercibo al miedo de la muerte.
(Antología Cátedra de Poesía de las Letras Hispánicas. Selec. e introd. José Francisco Ruiz Casanova. 11a ed. corr. y aum. Letras Hispánicas 500. Madrid: Cátedra, 2014)