Para Virginia Woolf I
Cuando en templado fuego de luz agachaste la cabeza,
calentándote las manos, y hablaste; o no dijiste palabra,
capté el resplandor de la belleza arrojada al exterior
desde la lámpara interior sobre la frente, el cuello y la mejilla.
Ese núcleo secreto de luz no llegó a detonar
fuegos volcánicos, pero con cuidado sí que impartió
su fuerza de genio en la inundación transmutada.
Y el intelecto ardía más allá del corazón.
Así como la luna, no sólo en el cielo,
sino en las colinas margosas también ha de reinar,
no solo en la poesía intrincada
tu mente de belleza tejida lanza su hechizo,
pero un rayo certero puede despertar respuesta de la carne
y darle al núcleo un eco en su concha.
Sevilla. Octubre de 1923
Oh irreflexiva vida ociosa
Oh irreflexiva vida ociosa
llevada así de un lado, que ya es otro,
sobornada por cobardía,
corrompida por debería!
La armadura de crustáceos
crece en cada nervio delicado.
Las extremidades de la mente se endurecen
con el hábito y la reserva.
Los sentidos están sellados con
hechos repetidos del día a día.
La ceremonia del vulgo
ahoga la cosecha de los suspiros.
Oh mar; oh aire; oh esplendor
en el cielo donde el sol se ha puesto,
flor abriéndose en el silencio
y en silencio encerrada.
Oh jinetes en la montaña,
donde crecen las hierbas de lanza,
¿qué cortina cae entre nosotros?
¿qué ríos fluyen?
El registro corrupto
El camino sobre el puerto de montaña, el liquen amarillento
sobre las rocas y la vista de los primeros álamos; y el humo
emanaba de la aldea, las vacas y las cabras que vuelven, y las
mujeres en el lavadero, y los floridos vestidos de algodón, y la
puerta del patio, y el olor de la cena en preparación, y la luz
en los ojos de la chica y de la luz en los ojos de la chica y de
la luz en los ojos de la chica y de la luz en los ojos de la chica
y de la luz en los ojos de la chica..
El maquinista
Oh, ¿qué es el amor?, dijo el maquinista
mientras atravesaba el ventisquero.
Oh, el amor es una antracita pura,
cuaja el motor de arranque.
El amor es, el amor es el infinito,
el amor es la ola del huracán,
la revolución permanente de Trotstky,
el mover que todo lo mueve.
Es la fuerza y el poder y la ligereza.
Es la persistente sensación interior.
Es el lisiado que arroja las muletas.
Una explosión de la luz en el cerebro.
Es la angustia horrible, horrible
agujero que se come el pecho;
así como el canto del ruiseñor
para la compañera en el nido.
Entonces es allí donde hacemos un picnic en verano
y las flores salen cuando ella sonríe,
y los pájaros cantan, cantan de su belleza
y los árboles se derriten en sus ojos.
El viento sopla sobre la montaña
para rizar el oro de su pelo,
y el mar le hace el amor a la duna de arena
para fundirse en el aire.
Así que escucha lo que digo, gran motor,
mientras te lanzas a través de los residuos de nieve.
Viajamos a la tierra del amor,
a la tierra del Sí o No.
Vamos de camino a ese hermoso país
donde el sol es un barco en el cielo,
donde las nubes son las velas de la noche
y la luna sólo va a morir.
Donde la gitana camina con la chica rica
y el tenedor se escapa con la cuchara,
donde el milagro se desencadena a diario
y los falsos eólicos contestan pronto.
No vamos a probar suerte en la lotería.
Rezaremos nuestra oración a las nubes
y abandonaremos nuestros huesos en la tundra
o nos quedaremos de fiesta en la casa cubierta de flores.
Porque el amor es ese maravilloso algo
que hace que este mundo rancio parezca inédito,
cuando no es la úlcera que nos come
y se encona hasta la médula.
Así que date prisa pues, prisa, querido motor,
a través de la bruma de hielo y nieve
y cuando lo encontremos una pregunta:
que nos dé su Sí o su No.
(G. Brenan. Poesía {1912-1977}. El instante magnético, Poemas selectos del AEGB, Parodias de Ezra Pound. Ed. bilingüe Carlos Pranger. Almería, España: Confluencias Editorial / Instituto Municipal del Libro de Málaga, 2014)