amor…
amor:
durante muchos años te alimentaste de mí.
me mordías los dedos de la piel, las venas del cabello,
las espuelas de los órganos.
ahora estoy acabada, en otro tiempo fui algo,
hombre o mujer, crisálida. no recuerdo. tenía saliva
entre las piernas. y luna en la alcoba.
también te llevaste mi tinta, todo. me dejaste una
pluma en desuso y entera la caligrafía de la soledad.
qué culpa tienes, si no distingues entre aulladores
y poetas?
pocas, pero alguna vez, lloraste por mí,
la mayoría me regalaste hielo. luego,
se cumplió lo temido, y… no es tan
atroz como esperaba.
con mimbres hice mi carabela…
con mimbres hice mi carabela
mis abalorios
mis nuevos continentes
hasta que el rayo del deseo
nos brotó llama
y partimos despojados
hacia nosotros
y el pensamiento…
y el pensamiento
era un remolino asesino
una cascada que se destrozaba
contra las rocas
de la angustia
deshojando
obsesiones
hasta que al fin
se templó
calló
y empezó el sosiego
(Sharon Keefe Ugalde. En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70. Antología. Madrid: Ediciones Hiperión, 2007)