Síntesis
Cada vez que era sometido
al potro de torturas
recordaba su infancia.
No por la humillación y la impotencia,
sino por la docilidad
que nace del martirio.
Cada vez que era sometido
al triste invierno de los fosos
recordaba su trayectoria en la tierra.
No por la soledad y el hambre,
sino por el sentido inútil de la esperanza.
Fade out
Cuando era niño
yo quería ser
un poeta maldito
¿tú a qué jugabas?
7
Escribir no es búsqueda.
Es impertinencia o la invención de un mapa
o simplemente el impulso de una mente compleja
por desconectarse lo más pronto posible
de los días que lamentablemente proliferan
Radiografía
este poema huele a esperma
a sudor de negra
a pantalón traído de la tintorería:
al amanecer
sabe a vodka con hielo
a camarón gigante
o simplemente a madres:
es más ligero que el sexo de una hormiga
pero no se puede amplificar
ni humedecer
dada su calidad de combustible
Para el álbum familiar
Cuando yo muera,
amor mío,
dulce amada,
júrame que sobre tu piel
que palidece
sólo se proyectarán
películas
de gangsters,
de cowboys
y de vampiros.
(F. Hernández. En grado de tentativa. Poesía reunida. 2 ts. México: FCE / Almadía, 2016)
Palabras de la griega
He conocido a la criatura nocturna.
En plena oscuridad me asalta el azul
de la mirada que la contiene,
Su territorio empieza donde le mío termina.
Cuando aleteaban los gallos,
el amanecer abre sus venas
con brillo de arma blanca.
Para entrar en el sueño,
la criatura nocturna se despierta.
Por el valle que la conduce a otras regiones
llega a los crímenes de la primera edad.
Es densa la criatura nocturna.
De su voz cuelga el eco de fecundas parvadas.
Su piel sangra en la noche.
Llueve sobre puentes levadizos,
golpea el porvenir de las tinieblas.
En bosques de Tubinga su nombre
es oración y hoguera.
Al pronunciarse sin motivo,
las niñas alimentan un aura de ceniza.
Al encenderse sin plenilunio,
los niños abandonan su espalda por el cuello.
Quiero cerrar los ojos para verla,
para decir, sobre las urnas del insomnio:
la criatura nocturna se desnuda
y flota sin cesar en el lenguaje.
Escribe Scardanelli
Está la mente en blanco y el papel se oculta.
En la memoria hay árboles
aferrados al polvo,
a ese polvo de siglos
donde el verano ha instalado su tienda.
En tu piel, cuántas fogatas llegadas
de otras lumbres.
Tus labios: moras humedecidas en mis dedos.
Tu saliva: lago donde flotan cisnes descuartizados.
Si respiro es por celebrar
el lujo de tu ausencia.
Si cuerpo asumo es para que lo aspires
en los claustros saqueados por la luna.
El párrafo termina: busca el idioma
un gato devorador de rosas.
Desde su altura la luz hace sudar mis daños.
Está el papel escrito y el pensar se muestra.
(F. Hernández. Vaincus par les démons. Vencidos por los demonios. Trad. Émile et Nicole Martel. México / Québec: Écrits des Forges / UNAM / Editorial Aldus, 2001)
Palabras de la griega
Con las últimas lluvias
me han crecido los ojos.
Se derraman con avidez en tierra seca.
Se extienden como un alud de moscas por el lodo.
Nada detiene a mis ojos cuando llueve.
Ni aquellas nubes por cimas atrapadas
ni los sapos que pegan, después de muertos,
en las campanas del cementerio.
Nada detiene a mis ojos cuando llueve.
Déjalos acercarse. Van a lamer tus dedos.
(F. Hernández. Habla Scardanelli. México: Ediciones del Equilibrista, 1992)