Invasión de alas
Aves que no vuelan
han invadido la ciudad
Dan pequeños saltos
apenas tocan los adoquines
Oscurecen la plaza
como papeles quemados
Sobre nuestros monumentos
hacen irreverencias
Se zambullen en la fuente
sacuden sus alas
toman sol
Algunas se posan en los quicios
como los grajos de un escudo
y nos vigilan
La gente
resignada ante la invasión
ha empezado a buscar
sus mejores granos para alimentarlas
Zona de desastre
Cae una gota de tinta en el mapa
y se convierte en un lago
Se anegan casas sembradíos
familias enteras de hombres y animales
desaparecen por mi descuido
A los bordes del lago
llegan hormigas de la salvación
saben cómo organizar el acarreo
A los que logran salvar
les cambian el nombre para siempre
Supe que al mover el tintero
podía desatar un desastre
He alterado la geografía
he de beber la tinta
de esta corriente oscura
La memoria te inscribe en la leyenda
La memoria te inscribe en la leyenda.
Y por esa dicha de haberte cuidado
como el hijo varón que nunca tuve,
después de tu traición te consuelo y resguardo.
Niño deseado por todos,
como hechizado inicias la marcha
y a tu galope, no emboscadas, no ejércitos,
ni fieras salvajes se enfrentan.
Sólo encrucijadas:
El peine que tu amada tiró
se vuelve un zarzal inextricable,
espinas que partirán tus brazos.
El espejo en que tu madre contempló su
desencanto,
será un lago de agitadas aguas que cruzará tu
barca.
La espada que abandonó tu padre
abrió al caer de tajo un precipicio
que librarán tus pasos.
Desde la almena donde hilo la red
en el insomnio,
te prevengo de las trampas de tu destino.
(Antología. La poesía del siglo XX en México. Ed. Marco Antonio Campos. Epílogo Luis García Montero. Madrid: Visor Libros, 2009)