Dalia Ravicovich

Desgarramiento

El extranjero se fue
un brote de hiedra enredado en sus zapatos
una bufanda alrededor del cuello
un ventarrón lo acometía.

Las alondras silbaban
estorninos pendían de las nubes
y el cielo se henchía del graznido de los cuervos
terror del crepúsculo
resplandor de las lilas.

Una brizna que volaba al viento
brillaba luminosa como una estrella.

La luz y la sombra como racimos de uvas
negros y verdes que pendían de una rama.

Y una brizna que volaba al viento
revoloteando quedó prisionera entre las alas de los cuervos.

El extranjero se fue
un brote de hiedra enredado en sus zapatos
una bufanda alrededor del cuello
y el viento que lo acometía.

El tiempo atrapado en la red

Y de nuevo era como una de la niñitas
con uñas negras de tanto trabajar
y construir túneles en la arena.
En cada lugar donde mis ojos se posaban había cintas púrpura.
Y muchos ojos centelleaban como cuentas de plata.
Y de nuevo era como una de las niñitas,
que en una sola noche hacen el giro del mundo
hasta China
hasta Madagascar,
y como esas que rompen platos y tazas
de tanto amor,
de tanto amor,
de tanto amor.

Hechizo

Hoy soy una colina,
mañana un mar.
Todo el día yerro
como el pozo de Miriam,
todo el día soy una burbuja
perdida entre las grietas.

Anoche soñé
caballos rojos
violetas y verdes,

Escuché la mañana
manantial infinito discurrir
loros vocingleros,

hoy soy un caracol
mañana un árbol
alto como una palmera.
Ayer era una gruta
hoy soy una ostra
mañana seré mañana.

Cuando abrimos los ojos

Nieve en las montañas
sobre las altas cimas
y sobre Jerusalén.
Desciende Jerusalén
y devuélveme mi niño.
Ven Belén
y devuélveme mi niño.
Altas montañas, venid
venid vientos
y aluviones de los ríos
devolvedme mi niño.
Junco encorvado
tallo menudo en la corriente
arbustos del desierto
devolvedme mi niño
como el alma vuelve al cuerpo
cuando abrimos los ojos.

(D. Ravicovich. La túnica en llamas. Versión directa del hebreo Luisa Futoransky & Marta Teitelbaum. Buenos Aires: Leviatán, 2013)