Sergio Cordero

Currículum vitae

Dilapidó en estúpidos proyectos
el caudal de su ira
y después
miró ante sí una puerta.

Fatigado,
tuvo que recargarse
en el dintel de sus cuarenta años
antes de abrir la puerta y contemplar
sus perspectivas.
                  Más allá, el futuro
o el destino —el nombre es lo de menos—
le dieron a elegir
varias salidas:
el corazón que estalla,
la ventana al vacío,
el largo viaje detrás de un escritorio.

Sensatamente
optó por lo primero.

La señal

Derrumbaste tu castillo de arena,
tu mausoleo en mitad del desierto
sin suponer
que, desde las montañas
—garabato en el cielo,
línea sobre la piel—,
llegara este imprevisto personaje.

Su pupila te deja
vagar por los pasillos
y grabar las paredes con la piedra
que te lapidaría
si revelaras,
no importa de qué modo,
tu deseo.

Habla con él
porque no tendrás otra compañía,
porque no la tuviste durante años.

Pero si pide, antes de marcharse,
una señal que pruebe su visita,
no le entregues la piedra;

entrégale
tu puñado de arena.

Sobre la cuerda floja

No soporto esta íntima intemperie.
El presente es irreal y confuso el pasado.
Toco el futuro como un vidrio roto.
Bajo mi piel el verde serpenteo
de las venas me llena de estupor.

La vida ahora es tan leve.
Cualquier cosa puede darla al traste,
ya no el odio sino el amor mismo.

¿Qué busco en la mirada que los demás esquivan?
¿Qué intento al despertar de madrugada
cuando salgo a respirar el fresco
y encuentro un largo túnel?

¿En cuál horror camino?

Acaso sobre la cuerda floja donde todos bailan
creyendo felices que la vida
no es otra cosa que el confortable infierno
de las repeticiones cotidianas.

Lo otro pasa afuera
en la pantalla del televisor.

(Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982. Coordinación y prólogo Margarito Cuéllar. Selec. y notas Margarito Cuéllar, Mario Meléndez, Luis Jorge Boone y Mijail Lamas. México: UNAM / Universidad Autónoma de Nuevo León, 2012)