Diana del Ángel

Hierba

Nacer de entre las piedras, calladamente
erguirse en la intemperie. Inextinguible,
trozada bajo el paso de un torpe caminante.
Cubrir cada milímetro, plena de savia,
la carne terrosa refugio de insectos,
humilde mar de olas serenas.
Hablar con la lluvia el lenguaje de espigas
de agua y verde. Contarle del calor
de los corazones que se tienden sobre mí,
de la infancia perdida entre mis hojas,
del sonoro bullicio que contengo.
Inesperada curva
de sombra a sol, voy prendida a la raíz
del húmedo sueño del musgo.
Amante de las ruinas, inadvertida,
volver siempre milagro entre las piedras.

Colibrí

Te nombro
y tú no vienes,
chupamirto,
picaflor,
huitzitzili,
chuparrosa,
tzintzuni;
nombres, nombres,
y ninguno te aprehende.
Pájaro mínimo,
pájaro insecto,
pájaro solo,
vas del geranio al alhelí.
Pájaro mudo;
pájaro zurdo,
mítico y breve;
pájaro pulso;
corazón verdemar.
Pájaro inmóvil,
vuelo puro,
rutilante,
espina del sol,
te nombro
y ya te has ido.

Cuerpo de sal

La babosa se mueve,
apoyada en su cola busca escapar
de la sal que echo sobre su cuerpo
y poco a poco
la despoja de su agua de vida.

Me gusta mirarla inerte,
erosionada,
en el centro del lago amarillento,
sin piel, más indefensa que nunca;
como si con ello pudiera vengarme
de los que me han hecho daño,
pero su pequeña vida se diluye
sin que mi rencor se disipe.

Secreto de río

Mi abuela indica dónde detenernos:
conoce los lugares profundos del río;
buscamos piedras para sentarnos.
Ella desentierra con sus manos resecas
un pequeño caracol blanco
y me lo ofrece sin decir nada.

Giro entre mis dedos su cuerpo frágil;
veo las diminutas estrías que lo forman;
quito la tierra acumulada en su boca.
De su labio roto fluyen
los pasos ligeros de los campesinos,
el golpe de los machetes en la hierba,
el grito de un joven moribundo,
el llanto ahogado de un recién nacido,
los murmullos de amores adúlteros,
las maldiciones de Lucas el nahual.
Todas las voces del río,
mágicas o lacerantes,
sedimentadas en esta diminuta entraña.
Miro los rasgos pétreos de mi abuela.
Me pregunto
cuál de estos hilos soterrados anuda su boca.

(D. del Á. Barranca. Fondo Editorial Tierra Adentro, 584. México: Secretaría de Cultura, 2018)