Miguel Ángel Asturias

Caribe

En la diáfana luz de lo que vive
del alma al agua, todo me desnuda.
Soy pedregal, soy cielo, soy caribe,
habito la montaña que me escucha.

Gloria la de mis regadillos. Flor
que amo la del izote en mi cabaña,
besos castos los que me da el calor
del sol cuando me tiendo entre la caña.

Amigo el perro. Compañera el hacha.
El perro que me sigue sin ser mío.
Un perro viejo con la oreja gacha

que escapa tras de mí, no pronto, al rato…
La sed matamos en el mismo río
y el hambre a veces en el mismo plato.

Ulises

Íntimo amigo del ensueño, Ulises
volvía a su destino de neblina,
un como regresar de otros países
a su país. Por ser de sal marina

su corazón surcó la mar meñique
y el gran mar del olvido por afán,
calafateando amores en el dique
de la sed que traía. Sed, imán,

aguja de marear entre quimeras
y Sirenas, la ruta presentida
por la carne y el alma ya extranjeras.

Su esposa le esperaba y son felices
en la leyenda, pero no en la vida,
porque volvió sin regresar Ulises.

Soledad frente al mar

Hablo de soledad y se acorola
dentro de mí el corazón que es solo,
pues todo corazón siempre está solo
en esta soledad de ola tras ola…

Hablo de amor y surge, caracola
del mar, mi compañera en soledades;
los amores son grandes soledades
y junto a mí y frente al mar, qué solos.

Cintopié de oro

Vengo de soledad de sangre sola,
en canoa, cáscara de corozo
de la que eché al cintopié de oro
para cruzar anoche un río negro.

Vengo de soledad de sangre sola
sin alas, con la máscara del baile
del venado que es el baile del viento,
y el palo volador me da reposo.

El girasol es flor de vagabundos
y yo nací, bajo su signo de oro,
de colibrí, el pájaro inestable;

pero no hallo mi ser, soy el reflejo
de la flor que arrojé de la canoa
para cruzar el río de mi sangre.

(M. A. Asturias. Antología poética. Selec. Enrique Noriega. Guatemala: Piedra Santa, 2006)