Francisco Cervantes

Ya viene la cabalgata

Aprisa, aprisa, apresúrate soledad.
Muerte, tú debes esperarme un poco todavía,
días vendrán que puedas hacer tu voluntad
de mis desalentados miembros.
En el fondo de ti, en los huecos de tus huesos,
ya hay un sitio para este silencio mío.
Pero, cómo suena mi sombra a bolsillo de miseria,
cómo repiten mis horas sus esferas
y qué suavemente la desgracia sortea los impedimentos.
Esta es la aventura cotidiana,
la que se filtra a través de esa existencia minuciosa,
invisible y sin control
de la que soy un accidente.
Aprisa, hay que escalar pronto los desprecios
y todas las negaciones
porque una vez llegado, una vez llagado,
nada importa más y ni siquiera importa que no importe.
Alégrate, puerta desvencijada,
alégrate, desperdicio del misterio,
aprisa, aprisa, apúrense a alegrarse,
ya viene, se acerca la cabalgata de la infamia.

La hora del lobo

Trabajando inútilmente con palabras,
Saliendo de ellas a raudales,
La noche pasa.
Y por la ventana una avidez brumosa
Se anuncia inevitable:
Siempre que llega, mi corazón se da su prisa;
Siempre que llega.
Esta es la hora
Más propicia a la agonía o la muerte,
Esta es la hora.
Mas, ay, sólo una hora
En que la gente no sabe despedirse
Y la que se queda encuentra extraña,
La que se queda.
Luces de la memoria repasan otras luces,
Y todo es igual pero jamás lo mismo,
Todo es igual,
Luces de la memoria, hora mía.

Mecanografía

Trazo, solitario, en mi pequeño cubículo de ingeniero, el plano,
Firmo el proyecto, aislado, aquí,
Distante incluso de quien yo soy.

A mi lado, acompañamiento banalmente siniestro,
El tic-tac estallante de las máquinas de escribir.
¡Qué náusea la vida!
¡Qué abyección esta regularidad!
¡Qué sueño este ser así!

En otros tiempos, cuando fui otro, habían caballeros y castillos
(Ilustraciones, tal vez, de un libro de la infancia);
En otros tiempos, cuando fui verdadero para mi sueño,
Había grandes paisajes del Norte, explícitos de nieve,
Había grandes palmas del Sur, opulentas de verdes.

En otros tiempos.
A un lado, acompañamiento banalmente siniestro,
El tic-tac estallante de las máquinas de escribir.

Todos tenemos dos vidas:
La verdadera, que es la que soñamos en la infancia
Y seguimos soñando, ya adultos, en un sustrato de niebla,
Y la falsa, que es la que vivimos en convivencia con los demás,
La práctica, la útil,
Esa es la que acaban por meternos en un cajón.

En la otra no hay cajones ni muertos;
Hay sólo ilustraciones de la infancia:
Grandes libros coloreados, para ver pero no para leer,
Con grandes páginas a colores para recordar más tarde.
En la otra somos nosotros;
En la otra es que vivimos;
En ésta morimos, que es lo que vivir quiere decir.
En este momento estoy viviendo, por la náusea, en la otra…

Y al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
Eleva la voz el tic-tac estallante de las máquinas de escribir.

Fernando Pessoa

Tu canto justo que desdeña las sombras
Limpio de vida viudo de persona
Tu valiente atreverse a no ser nadie
Tu navegación con brújula y sin astros
En el mar indefinido
Tu exacto conocimiento que a nada posee
Crearon tu poema arquitectura
Y eres semejante a un dios de cuatro rostros
Y eres semejante a un dios de muchos nombres
Cariátide de ausencia eximido de destinos
Invocando la presencia ya perdida
Y hablando sobre la fuga de los caminos
Que fuiste con las hierbas no tomadas.

Patria

Por un país de piedra y viento duro
Por un país de luz perfecta y clara
Por el negro de la tierra y por el blanco del muro

Por los rostros de silencio y de paciencia
Que la miseria largamente dibujó
Cercanos a los huesos con toda la exactitud
De un largo informe irrechazable

Y por los rostros iguales al sol y al viento
Y por la limpidez de las tan amadas
Palabras siempre dichas con pasión
Por el color y por el peso de las palabras
Donde se yerguen las cosas nombradas
Por la desnudez de las palabras deslumbradas

Piedra río viento casa
Llanto día canto aliento
Espacio raíz y agua
Oh patria mía y mi centro
Me duele la luna me solloza el mar
Y el exilio se inscribe en pleno tiempo.

(F. Cervantes. Materia de distintos lais. México: SEP, 1987)