José Luis Rivas

Volar como los pájaros
— en sueños te prometes—
Pterodáctilo que muda
las alas primigenias
el tronco corpulento

y gana la oquedad
la suave ligereza

de quien se funde en aire


Cuando vieron en Delfos
que el Apolo de los griegos
tenía forma humana
los celtas prorrumpieron
en grandes carcajadas

Desde luego, también
de mí se burlarían de enterarse
que te he dado aquí
                                    Helena
fisonomía vana de criatura
perecedera. Pero ¿cómo
podría yo, mero mortal, valerme
de recursos que excedan
mi condición efímera?

La realidad de allende la palabra
es la margen que nunca
toca, ni por naufragio, la escritura
El fracaso medida es de lo humano;
y, fracaso mediante, espero
con el mío alcanzar alguna vez
el desdén de los dioses

Sé la primera
Helena
en concedérmelo


Las muchachas cruzando
el puente sobre el río

y entre dos travesaños
puntual hendija

por la que espiamos
entre las paralelas acebradas

muslos leopardales
prendas en hiladillo

¡Y ellas reían!
con raudos movimientos

con saltos de uno en uno
y de uno en dos travesaños

pivoteando desde barandales de liana
y aferrándose luego de la blusa

o de la falda de quien iba por delante
Y en la ribera ocultos los chiquillos

entre yerbas vivaces
hasta el cielo ascendíamos

cuando un leve temblor
tañía la telaraña de aquella pasarela

La piel surcada por relámpagos
piernas entreabriendo su compás

en ballet de agria fragancia
A cada tranco espumas remolinos

el río con sus pozas
Y nuestro vívido deseo

cisne negro aleteando
entre los juncos


Alba

Mi cuerpo con el tuyo se desnuda,
Se transparece por tu piel, que ríe.
Y se cumple otra noche.
(Siempre que brota un ave de tu pubis
sobreviene el día). Sigue durmiendo,
encogida, colgada de mi cuello,
tal un racimo de caricias.


Está lloviendo río arriba, en aluviones,
sin clemencia…
      Lo sé porque las nubes han amasado con saliva
un mazacote prieto en los esteros;
      y el relámpago recorta de una tarascada
la cordillera.

      Lo sé por la reúma que aúlla en los huesos
de la abuela
      y el ruido del serrote en la muleta
del viejo marinero.

(J. L. Rivas. Paraíso para todos. Antología poética (1982-2014). Pról. Jorge Brash. México: Vaso Roto Ediciones / Conaculta, 2014)